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El último resultado

La muerte y el fútbol siempre se han mirado con coquetería. El uno le sirve comida a la otra y ella se pasea cerca de él cuando hay clásicos, finales, Copa Libertadores o cuando se define el Mundial.


Afuera de las canchas e incluso dentro de ellas muchos se han encontrado de frente con la mirada gélida de la parca. En el año 95, un vecino del barrio Murillo Toro se murió en un 2-1 de Tolima a Nacional. Cuando “Bururú” Ararat metió el segundo gol a Higuita el estadio fue un solo grito. El vecino se levantó a festejar rabioso el gol de un Tolima que no tenía estrellas y su prótesis dental se aflojó, el grito de gol empujó la caja hacia adentro y la broncoaspiración y un deficiente protocolo de emergencias le dejaron al veci un 2-1 a favor como el último resultado.

 

Otras veces la muerte es más violenta. Se ensaña, come de gula y se lleva a varios entre golpes, linchamientos y puñaladas. Se ha dicho y se ha escrito mucho sobre cuáles han sido las últimas palabras antes de morir ¿cuáles fueron las últimas palabras de Mozart, de Baudelaire, de Sartre, de Simón Bolívar? Ese ha sido un tema de discusión y de trasnocho para escritores e historiadores. Eso a mí no me importa. Ahora lo que me importa es preguntarme cuál es o va a ser el último resultado que veamos de nuestro equipo.

 

La muerte te puede salvar de cosas que no quisieras ver. El hincha de River que se murió antes del 26 de junio de 2011 se fue del mundo sin ver a su equipo en la B. El hincha de Boca que murió antes del 9 de diciembre de 2018 no vio la interminable corrida del Pity Martínez para clavar el 3-1 en la final de la Libertadores. El hincha del América que murió antes del 2011 no vio al Tigre Castillo estrellando la pelota contra el arco de Patriotas para que un equipo que muchas veces estuvo a nada de ser rey del continente fuera tragado por el lodo de la segunda división.

 

Yo tengo claros los cálculos, Gabriel Camargo el dueño de mi equipo tiene casi 80 años. Su hijo César tendrá 50 si acaso. Ahora bien, Alejandro, el nieto del senador Gabriel debe tener 11 años si a mucho. Ese califato de los Camargo y sus intenciones de grandeza garantizan que mi equipo seguramente no se irá de nuevo a la B mientras yo viva. No creo que el Huila, nuestro máximo rival, nos vaya a ganar una final. No creo que tengamos que soportar la tristeza de ver a nuestro clásico dándonos la vuelta en la cara, es imposible. De todas formas, me sigue inquietando cuál será el último resultado.


Por: Jhonny Lozano / @jhonnylozano. 

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